Guerras: ¿qué podemos hacer?

 

Hemos visto que la historia se repite; con tanques, con aviones, con armas seguimos matando uno al otro aunque, supuestamente, contamos ya años, siglos de civilización. Pienso que hay varias cosas que podemos hacer para ayudar contra las guerras. Hay algo que nos preocupa más que todo: cómo podemos quitar de encima las guerras. La verdad es que esta tarea es muy difícil porque hay empresas y negocios que ganan mucho por construir y vender armas.   

Una idea sería tener fe al ser humano y esperar que la gente reaccione contra las guerras, contra esa práctica primitiva que nos cuesta a todos. Es increíble, en nuestro siglo, utilizar los avances de la tecnología para matarnos uno al otro. Es como si no tuviéramos nada de conocimiento de la historia humana y de la destrucción que han dejado atrás guerras como la Segunda Guerra Mundial.  Y si no hemos leído la historia, hay varias películas que enseñan la brutalidad y la destrucción que han creado las guerras.

Cada año los países gastan muchísimo dinero para construir y comprar armas, cuando todavía no hemos solucionado los problemas de la pobreza y del hambre. En lugar de ver armas sólo en museos de guerra o en desfiles, las vemos utilizadas para matar a gente en varias partes del mundo. Parece que en lugar de avanzar, el ser humano sigue optando por lo negativo. El mundo reacciona como si no haya visto documentales o las instalaciones de Auschwitz; como si no supiera nada sobre lo que ha sufrido la gente hace menos de cien años.

Es impensable que los gobiernos y los ciudadanos no puedan comunicar entre ellos para solucionar sus problemas y sus desacuerdos. Utilizan la guerra como instrumento de ganar dinero y poder, sin tener ninguna consideración de la catástrofe que imponen a la gente. Es imperdonable. Además, enseña que no hemos realmente avanzado desde la época prehistórica. Los seres humanos tendrían que saber cómo utilizar la lógica para imponerse sobre los instintos primitivos, como la violencia y la matanza. Parece que no hemos llegado a ser humanos, es decir, comunicar entre nosotros y no dar más importancia al dinero que a los humanos.

Aparte de las guerras en sí, hay también cosas destructivas que ellas dejan atrás. En la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, escondieron minas en varias partes de Europa y otros continentes. Después de tantos años no se han quitado las minas y todavía hay accidentes. Ese es un ejemplo de lo que puede dejar atrás una guerra y cómo puede afectar todavía a la gente. Deberían quitarlas y dejar de poner más; porque por las guerras presentes se ponen más minas. Por la situación ahora mismo en el mundo parece como si estuviéramos en la Tercera Guerra Mundial.   

La vida no es eterna ni tampoco hay que tener miedo, mucho más cuando todavía no estamos en guerra. Desafortunadamente, aunque nosotros no estamos en guerra, hemos visto que hay gente que sufre ahora mismo por conflictos violentos. Ciudadanos afectados por esos conflictos han buscado refugio en Europa. Por ejemplo, muchos ucranianos han venido a España.

Tomando en cuenta lo que han sufrido por la guerra tenemos que hacerles sentirse como si estuvieran en casa. Es decir, tenemos que abrir nuestras casas, ofrecerles un techo, un trabajo y hacerles sentirse bienvenidos. Si alguien no tiene espacio en su casa (una habitación adicional), el estado tiene que ofrecerles unos hoteles o casas donde puedan quedarse hasta que tengan un trabajo. En ello el estado les tiene que ayudar también, dándoles puestos de trabajo y ofreciéndoles cursos de idioma. Eso les va a ayudar a integrarse mejor en la sociedad del estado donde están. Si ellos quieren volver a su país después de la guerra hay que ayudarles también; pero si deciden quedarse en España para siempre hay que aceptarlos como cualquier ciudadano español.    

Todos los países hay que respetar y aceptar a los refugiados. Los países deben aceptar un número de refugiados en proporción a la población de cada estado, para que no se creen más problemas por el traslado de grandes poblaciones sólo hacia los países cercanos a las fronteras de Europa. Además, hay que pensar y decidir si queremos apoyar las empresas y los negocios de los países desarrollados, que siguen ganando dinero mediante la industria de armas.

Es responsabilidad de los organismos internacionales  como, por ejemplo, OTAN colaborar entre ellos para evitar nuevos conflictos y guerras. Los pactos entre los países tienen que ser elementos de estabilidad y no de nuevas complicaciones. Las razones de las guerras contemporáneas tienen también su raíz en viejas enemistades, que tenemos que dejar atrás. Si no sufriremos más tristeza y matanza. Hay que entender que el problema real de nuestro siglo es que no hemos alcanzado un nivel de vida buena para todos, aunque los avances de la tecnología, el conocimiento de la historia y el nivel de civilización suponemos que hayan subido. Es una pena gastar tanta energía a destruirnos en lugar de eliminar la pobreza y avanzar.      

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