El concepto del tiempo y como lo calculamos
Desde que el ser humano empezó vivir en comunidades tuvo la necesidad de calcular el tiempo. Primero dividiendo el tiempo de día y de noche, es decir de luz y de oscuridad, y luego utilizando aparatos para calcular el tiempo que ha pasado o para dividir el día en fragmentos de horas. El reloj de arena y el reloj del sol son unos ejemplos del concepto de calcular el tiempo desde la época antigua hasta hoy.
La necesidad de calcular el tiempo o, en nuestro siglo, saber la hora surge por la necesidad del ser humano hacer unas tareas y completar los trabajos en cierta cantidad de tiempo. Además, utilizar un sistema común para todos facilita la comunicación entre las personas y forma un punto de referencia común. El acuerdo del sistema de la hora ha sido inventado para que podamos organizar nuestra vida y poder interactuar sin correr el peligro de malentendernos.
Para poder calcular el tiempo y planear nuestras actividades hemos inventado, aparte del reloj de arena y del reloj del sol, calendarios, clepsidras, cronómetros y el reloj que todos conocemos. Cada uno de esos sirve una meta diferente; por ejemplo con un reloj de arena que tarda una hora en vaciar, podemos calcular cuantas tareas podemos realizar en una hora. Otro ejemplo es el cronometro que sirve para calcular exactamente el tiempo que necesitamos para llevar a cabo una tarea. Este tipo de reloj se utiliza mucho por los atletas. El reloj que todos tenemos sirve para consultarlo y saber así qué hora es. Para entender lo importante que es eso, sólo hay que pensar en nuestra vida cotidiana y las actividades como ir al trabajo, dar una clase, quedar con amigos, coger un vuelo, o el tren, ir al teatro o ver las noticias, participar en exámenes o cocinar. Si no tuviéramos los relojes y el sistema de las horas estaríamos perdidos y, seguro, no puntuales.
El tiempo, aunque pasa igual para todos, para unos de nosotros, a veces, pasa demasiado rápido y a otros muy lento. Este fenómeno es la percepción del tiempo que tiene que ver con varios parámetros. Cuando lo pasamos bien el tiempo pasa volando mientras cuando nos aburrimos el tiempo parece parado. Cuando somos creativos nos parece que haya pasado mucho tiempo trabajando, porque hacemos muchas cosas en poco tiempo, aunque puede ser que hayamos trabajado sólo unos minutos. Eso significa que, aunque haya pasado una hora en nuestro reloj, a unos les parece como minutos y a otros más de una hora. Todos tenemos la experiencia de querer estar más tiempo con una persona muy maja y que cuando quedamos con esta persona el tiempo no parece nunca suficiente. Por otro lado el tiempo parece eterno cuando estamos con una persona antipática. Igual pasa con una clase aburrida o un trabajo que no nos gusta. Todo eso tiene que ver con la percepción del tiempo que para cada uno es diferente y depende de sus creencias, su modo de pensar y sus intereses.
Nuestro cerebro divide el tiempo de su propia manera. Además, nuestro cuerpo tiene su propio ritmo que a veces no sigue el horario del reloj. Este ritmo se llama circadiano y es nuestro reloj interno que organiza las funciones del cuerpo y ayuda a mantenernos sanos. La función más importante de este reloj interno es “despertar” el cuerpo por la mañana, cuando hay luz, y retrasar todas las funciones para poner el cuerpo a dormir por la noche. Para que podamos dormir fácil nos ayuda también una hormona que se llama melatonina, que juega un papel importante en el sueño. La producción y liberación de melatonina en el cerebro está relacionada con la hora del día. Se aumenta cuando está oscuro y se disminuye cuando hay luz. Los humanos a veces no prestan atención a sus ritmos circadianos, es decir duermen demasiado o van muy tarde a la cama, mientras los animales y las plantas siguen los ritmos de su reloj interno.
El reloj principal coordina los relojes biológicos por la luz recibida. Reconocimiento: NIGMS
El modo de vida moderno ha puesto mucha presión y estrés a los seres humanos. En lugar de calcular el tiempo con el reloj, están corriendo para hacerlo todo, seguidos por la angustia de no tener suficiente tiempo. El reloj se ha convertido en un dictador que produce estrés y mucha gente mete prisa. Eso significa que no controlamos nuestro tiempo sino el tiempo controla a nosotros. La gente aunque tiene un nivel de vida material mejor, que el siglo pasado, ha perdido mucho en el ámbito de tranquilidad y el disfruto de las actividades. Lo que pasa es que la mayoría de la gente se siente angustia, está estresada y se queja por no tener demasiado tiempo. Esa es una mala costumbre que al final daña nuestra salud, ambas física y psicológica.
Otro problema es la falta de interés en lo que estamos haciendo (trabajo, estudios etc.). No todos han descubierto el interés en estas cosas sino las hacen siéndose obligados o porque quieren lograr algo diferente (por ejemplo dinero). Además, aunque a nadie le guste meterse prisa o levantarse muy temprano por la mañana para trabajar o estar estresado, muchas veces inconscientemente, casi todos caen en la trampa de hacerlo sólo por el dinero, la fama y los bienes materiales. El tiempo es un regalo que tenemos que gestionar para que seamos mejores personas, más creativas y más felices. Si lo malgastamos o lo vemos como un castigo estaremos muy estresados e infelices. Una consecuencia de la mala gestión del tiempo es, aparte del estrés, la falta de sueño o mal sueño, la depresión y la mala función del cuerpo y del cerebro.
Para que podamos gestionar nuestro tiempo una buena idea es calcular el tiempo que dedicamos para hacer tareas concretas; por ejemplo cargar una pila o gastarla, cepillarse los dientes, preparar la comida, hacer los deberes, limpiar la casa etc. Una manera fácil de hacerlo es poner estas actividades en una lista, poner un cronómetro cuando realizamos estas tareas y apuntar la cantidad de tiempo que necesitamos para completarla. Desde luego, cuando hay que preparar la comida sabremos cuantos minutos tardamos en hacerlo y así podremos planear mejor el día. Haciéndolo eso, incluso para nuestros hábitos, será fácil organizar nuestra vida y disminuir el estrés que se provoca por la idea de no tener demasiado tiempo. Cuando ya vemos que no tardamos tanto para hacer una tarea o no gastamos tanto tiempo como pensáramos entendemos que “¡no es para tanto!”.
Calcular el tiempo que se necesita para realizar un trabajo no se limita sólo en nuestras propias actividades. Podemos también calcular el tiempo que necesita el agua para secarse, o una semilla a dar una planta, o una planta a florecer, o en general prestar atención a cosas simples y naturales. Esta observación del ciclo natural de nuestro ambiente nos ofrece tranquilidad y nos hace más conscientes de la vida y de nuestra existencia. Entonces, el hecho de calcular el tiempo, gestionarlo bien y dedicarlo también a actividades que parecen insignificantes nos hace sentir más tranquilos, más productivos y más conectados a nuestro pensamiento y a los demás.
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