Los husos horarios y el cambio del horario

 

Los husos horarios

Cuando aprendemos decir la hora nos damos cuenta que la hora cambia dependiendo de dónde estamos, es decir, en qué país o sitio del planeta. Por ejemplo si en España son las 12:30, en Grecia es la 1:30. Eso pasa porque la Tierra se divide en 24 zonas que se llaman husos horarios o zonas horarias. Esa división de la Tierra en 24 áreas ha sido imprescindible para que tengamos un sistema común e internacional para calcular el tiempo. La idea de este sistema pertenece al matemático italiano Quirico Filopanti. Él tuvo la idea principal de un sistema mundial de zonas horarias en su libro Miranda, publicado en 1858. Filopanti propuso que la primera zona fuera centrada en el meridiano de Roma. Por esa idea procede el reloj de 24 horas que todos utilizamos hoy. En 1879 Sir Sandford Fleming, que propuso la idea de un sistema mundial de zonas horarias, especificó que el día universal comenzaría en el anti-meridiano de Greenwich (meridiano 180). Desde aquel momento calculamos la hora según este sistema. Para entender cómo funciona lo único que hay que hacer es ver el mapa siguiente:


La hora del meridiano de Greenwich marca el comienzo de las horas, es decir que cuando en la línea de Greenwich son las cuatro, en los países que están a la derecha en el mapa añadimos una hora para cada huso horario (por ejemplo en Grecia serán las seis, porque Grecia está en el segundo huso horario a la derecha) mientras que a los países que están a la izquierda en el mapa quitamos una hora por zona. La línea internacional de cambio de fecha marca donde cambia la fecha, porque desde esta zona pasamos al día siguiente. En el mapa se ve tanto la línea del meridiano de Greenwich (a la izquierda) como la línea internacional de cambio de fecha (a la derecha):



Cuando viví en Suecia, en invierno anochecía muy pronto porque no había mucha luz, pero en verano anochecía muy tarde y aun había sol. Este fenómeno pasa porque el planeta Tierra se mueve alrededor de su eje y porque cambia su posición y movimiento ante el sol. A este movimiento se debe el cambio de las estaciones del año y el cambio entre la luz y la oscuridad. Eso pasa  en dos ocasiones: el solsticio de verano y el solsticio de invierno. En estas fechas (20-21 de junio y 21-22 de diciembre) en el cielo se encuentra la menor o la mayor distancia angular del ecuador celeste. Eso significa que el 20-21 de junio en el hemisferio norte de la Tierra tenemos el día más largo del año, en cuanto el 21-22 de diciembre la noche más larga. En el video siguiente se ve claramente este movimiento de la tierra:  



Todos estos cambios de las estaciones del año y de la hora en cada huso horario impide un conocimiento por parte de los seres humanos que los ayuda sincronizarse con estos cambios y sentirse cómodos. Cuando la gente viaja con destino diferentes husos horarios hay que saber cambiar la hora, es decir sincronizar su reloj a la hora del país destino. Eso no parece muy difícil. Lo más difícil es sincronizar las funciones del cuerpo (reloj circadiano) que se confunden por el cambio de la hora. Cuando viajamos a destinos lejanos la función del sueño se afecta y este fenómeno se llama “jet lag”.  Aparte de los viajes el cambio de la hora entre husos horarios afecta también el negocio y la comunicación entre la gente de diferentes partes del planeta. Por ejemplo no podemos llamar a un amigo que vive en los Estados Unidos a las 8 de la mañana si vivimos en Europa. Seguro que lo vamos a despertar porque allí serán las tres de la mañana.    

El cambio del horario

Aparte de cambiar la hora cuando viajamos, todos los años, en Europa, cambiamos el horario oficial también: el octubre una hora menos y el marzo una hora más. Esta costumbre se impuso durante la Primera Guerra Mundial, cuando el presidente estadounidense Woodrow Wilson firmó un decreto en 1918 para adelantar la hora. El hecho de atrasar el reloj en invierno y adelantarlo en verano se empezó a usar de forma generalizada en 1974. La explicación de esta decisión política ha sido el mejor provecho de la luz del sol y el ahorro de la energía eléctrica. No obstante, los científicos afirman que no conseguimos gastar menos electricidad por esta medida, mientras afecta de manera negativa al cuerpo humano (ve también:  Origen e historia del cambio de horario (elperiodicodearagon.com)).

En el año 2019 salió en las noticias que fuera el último año de cambiar la hora, pero luego dijeron que lo retrasaran hasta el año 2027. Eso me parece una pena porque no conozco a nadie que le guste cambiar la hora y con esta decisión tenemos que esperar mucho hasta el momento que estemos libres de esta medida. La gente se cansa por el cambio, no le gusta nada, se siente confusa y no tiene ganas de cambiar el horario, porque está bien acostumbrada a la hora anterior. Además, hay gente que se confunde cuando cambia el horario y los niños hay que aprender un concepto más sobre la hora, que realmente no sigue los ritmos naturales de nuestro cuerpo (ritmos circadianos).   



Es verdad que aceptamos cambiar la hora cuando estamos en otro país y eso porque es normal tener un sistema internacional que sigue la naturaleza del planeta Tierra; es decir, la mitad del planeta aprovecha la luz mientras la otra mitad está en oscuridad. Entonces, es normal marcar esta diferencia por los husos horarios y mantener así un equilibrio en la vida y la comunicación de todos los seres humanos. Por otro lado, el cambio del horario en otoño y primavera no nos ayuda en la vida cotidiana y a veces confunde las funciones de nuestro cuerpo. Mucho más en invierno, el cambio del horario nos cansa y afecta de manera negativa nuestro estado psicológico. Con este cambio el día se disminuye demasiado y junto con el frio y el trabajo hay gente que cae en la trampa de presión y estrés. Sería mejor que quedáramos en la hora de verano.

Viajar a través de diferentes husos horarios altera los ritmos circadianos. Reconocimiento: iStock
 

Es importante que los políticos hagan caso de los ciudadanos y que dejen de cambiar el horario. Gente, como yo, estamos ya cansados por ese cambio que interviene a las rutinas diarias y nos afecta de manera negativa mucho más en invierno. Como desde el principio ha sido una decisión política, la solución queda también en sus manos. Además, los políticos pueden preguntar a la gente cuál de los dos horarios les conviene bien y así decidir sobre este tema. Por lo menos para los países mediterráneos (como Grecia y España) creo que el horario de verano es más agradable.             

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